domingo, 9 de noviembre de 2008

AUTÓNOMOS, MASOQUISTAS Y OTRAS DESVIACIONES SEXUALES

Érase una vez un país (eufemismo de España) en el que cohabitaban 3.400.000 autónomos, es decir, 3.369.000 pringados que trabajan una jornada de esclavo 6 ó 7 días a la semana y que se sacan a duras penas un sueldo para pagar los créditos que les han concedido con un aval de un tercero ya que al no tener ni nómina no se fía de ellos ni Dios, y 31.000 empresarios que tienen una pasta que ni ellos mismos saben de dónde sale.
Esta es la historia de los primeros, una historia que no interesa a nadie y que por lo tanto es una estupidez contar, pero que tal y como deja entrever el título, todos tenemos nuestros vicios, uno de ellos es el de hablar para no ser escuchado.
Nuestra aventura empieza en una era difícil, una era en la que el Lobo Feroz ya no sopla ni pasa la patita por debajo de la puerta para engañarnos y que le dejemos entrar, no, hoy en día el Lobo es el Sr. Lobo y gracias a sus conocimientos adquiridos en las mejores universidades ha empleado una técnica demoledora llamada globalización mediante la cual ha conseguido hacernos creer que abriendo las puertas de nuestras casas y saliendo al exterior podíamos coger a manos llenas las riquezas de todo nuestro alrededor y de incluso lugares más lejanos.
Los lugareños del lugar, autónomos y trabajadores, terminamos por creernos los cantos de sirena del Sr. Lobo, que gracias a sus artimañas ha conseguido que salgamos confiados de nuestras casitas y saltemos y bailemos todos contentos en una orgía (por algún lado tenían que salir las desviaciones sexuales) de consumismo y autocomplaciencia.
Una vez enganchados a la nueva droga de diseño y todavía ébrios de sus efectos, pidiendo más y más cual mocosos maleducados; nos encontramos con que el Sr. Lobo ha entrado tranquilamente en nuestras casas para quedarse con ellas, y después de la resaca ya no tenemos ni fuerza para soplar, ni tan sólo nos acordamos de cómo hacerlo.
Los trabajadores abatidos, apelan a sus derechos, que algunos tienen, y consiguen pequeñas victorias aún a costa de muchas pérdidas. Los jefes del pueblo, los mismos que han sentado a su mesa al Sr. Lobo y han comido con él, reniegan de su compañía, aunque siguen dándole pequeños bocados por debajo del mantel, ahora 50.000 millones de €, ahora rebajas de interés,...
Prometen que defenderán a los trabajadores y negocian medidas que alarguen su agonía mientras transcurre la moratoria de 2 años de sentencia a la que que por el hecho de ser trabajadores tienen derecho. Incluso disimulan y hacen ver que dialogan con grandes empresarios para salvar por ejemplo 1600 puestos de trabajo de una "humilde" empresa llamada Nissan.
Entre esta desolación nos encontramos desperdigados (como siempre) a todos los pequeños autónomos que incrédulos se refugian en sus quehaceres diarios, y que avergonzados de su bobez no osan ni abrir la boca mientras ven caer cada día a 400 de sus congéneres.
El tiempo pasa y van ya 4 meses en los que cada día desaparecen miembros de esta especie, en total unos 50.000 de momento, sin ningún apoyo, sin ninguna ayuda, con el agua al cuello y endeudados por todos los lados. Pero no pasa nada, todavía quedan muchos, todavía queda alguna tiendecita abierta en alguna calle del pueblo, y si al final desaparecen todos, no hay problema, siempre habrá una gentil multinacional que estará dispuesta a hacerse con el monopólio de algún sector y que nos dirá que no seamos tontos, que es lo mejor para nosotros, mientras impunemente manipula los precios y los fija según su interés, eso sí, con el beneplácito de los jefes del pueblo.
A todo esto los trabajadores siguen jodidos, pero de manera inaudita muchos de ellos siguen al flautista de las grandes empresas, se dejan embobar por el oropel y la cháchara y vuelven la espalda a los pequeños autónomos, esa especie sin glamour. Los jefes del pueblo como siempre hablan mucho y hacen poco por estos pobres desgraciados, esos ilusos que un día tuvieron la soberbia de creer que podían valerse por si mismos, ni tan siquiera se preocupan por los tributos que dejan de ingresar por ellos, pero no los rebajan, no por Dios, hay dinero para inyectar donde interesa y de sobras, pero rebajar la carga fiscal de personas (¿personas?, ¿si?) que van a perderlo todo, venga hombre.
Aquí dejamos esta historia, ya que no ha terminado todavía, pero les voy a adelantar el final, recurso de un mal narrador como ustedes habrán podido comprovar; termina mal.
POSDATA: En estos momentos la táctica del Sr. Lobo ha cambiado y a vuelto a los orígenes, han elegido al Lobo mayor y lo han vestido con una piel de cordero, veremos si el hábito hace al monje.

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